La reforma de la panadería Turris Molina, situada en la calle Balmes, transforma el espacio respetando y conservando la identidad distintiva de la marca. En el diseño de la zona de venta, de acceso frontal, se busca transmitir los valores fundamentales de la marca: la fusión de un obrador con un espacio de venta al público. Este entorno, con un marcado aspecto industrial, se inspira en la esencia tradicional de los obradores, resaltando la importancia de la tradición y la maestría artesanal, con la intención de involucrar al cliente de manera más activa en el proceso de elaboración.
Se mantiene el característico sistema de exposición del pan mediante cestas de mimbre suspendidas en perfiles de hierro verticales. Para exhibir el pan, se incorporan muebles de hierro con ruedas, evocando la imagen de los carros utilizados en los obradores. A su vez, se combinan con una extensa mesa de madera maciza, sostenida por caballetes, que sirve como mostrador más liviano para la presentación de bollería y pastelería.
Un elemento distintivo en este local es la incorporación de bastidores suspendidos del techo, elaborados en madera de pino, que no solo cumplen la función de soportar proyectores, sino que también añaden un toque único al espacio. Esta variante se inspira en el diseño previo de Turris Aribau, pero destaca por la introducción del color azul corporativo. Además, estos bastidores se extienden a un paramento lateral de la tienda.
Finalmente, destacar que el enfoque de la reforma de la panadería Turris Molina se basa en la simplicidad y la funcionalidad. Asimismo, se han usado materiales nobles y se ha prescindido de decoraciones superfluas, reforzando así la pasión, la cercanía y la autenticidad en la elaboración de productos de calidad como el pan.
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